POR EL DESIERTO
La verdad es que si. Inma tiene razón ;), y ya tendría que haber hecho la segunda parte de la visita a Marruecos.
Nos quedamos en nuestra llegada al desierto de Merzouga. Teníamos muchas ganas de hacer noche en medio de las dunas, viendo las estrellas y poder cazar uno de esos amaneceres increibles. Nada más llegar al hotel ya nos hicimos con la excursión que te lleva a pasar la noche entre las dunas. Destacar que los hoteles de esta zona tienen mucho encanto. Tu vas por la carretera bien rectita, y te anuncian los hoteles con carteles. De ahí, una pequeña pista y llegas a los pies de las dunas donde se encuentran los hoteles, por lo que las vistas son bastante impresionantes.
Así aprovechamos nuestra primera tarde para darnos una vueltecita por los alrededores. La verdad es que parece que las dunas estén cerquita y que la gran duna de 200 metros no es mucha cosa, pero te pones a andar y no llegas... así que paramos en una pequeñita y nos decidimos por descansar y ver cómo atardece.
A la mañana siguiente cogimos un todoterreno y nos dimos unas vueltas por los alrededores. Una cosa nos llamó la atención. Es cierto, los nómadas todavía existen, y van hacia donde les lleva el tiempo. Parece increible, que tan cerca de la civilización moderna, todavía existan grupos así.
Ya por la tarde, vinieron a por nosotros los camellitos y para las dunas.
Tras casi un par de horas entre arena, subiendo y bajando y con dolores insufribles, llegamos a las jaimas donde íbamos a pasar la noche.
Impresionante. Unas cuantas tiendas justo bajo la gran duna. Por ser la época que era, no había nadie, por lo que parece que estuviéramos sólos en el desierto. La verdad es que lo tienen muy bien montado. Un pequeño campamento.
Un momento especial, fue cuando aquí el escribiente, pensó que subir a la super duna era cuestión de un minutito, así que me encaminé hacia la cresta. Un poco incómodo andar por la pendiente con las botas metidas en la arena, y tras un par de paradas de respiro ahí tenía yo la cresta a unos pocos metros. Así que tras llegar a ella y sacar la cámara para pillar la mejor foto del mundo, desde el punto más alto, me encontré con unas ráfagas de viento cargadas de arena que me vivieron muy bien para mi cara y ropa sudadas...
Después de esto, una buena cena en la jaima y a "descansar". Vamos, si el viento y la arena lo permite.
Por suerte a la mañana, nos levantamos a ver el amanecer, y la verdad es que se está a gusto, sentado en una duna, esperando a que salga el sol. Buen momento.
Bueno, la verdad es que poco más, casi que las fotos pueden describir mejor lo que estuvimos viendo.
Tras llegar de las dunas, ya nos pusimos otra vez en marcha, más carretera, con parada intermedia en el kelaa mgouna, donde ya pasamos una noche, pero repetimos por lo especacular que es, y al día siguente a Marrakech, donde hicimos las compras de última hora y discutimos con más de un vendedor. La verdad es que es muy divertido el tema del regateo.
Conclusiones. Que cerca y a la vez que lejos. Tan sólo unos kilómetros lejos de casa, tienes un mundo totalmente diferente. Un mundo fascinante, contradictorio, lleno de paisajes increibles, y gentes de todo tipo. La verdad es que nos unen más cosas de las que pensamos y donde se pueden ver con bastante claridad, la herencia cultural que nos han dejado en la península.
Volveremos a repetir, de eso estamos seguros.
Hasta la próxima