CAMINO AL DESIERTO (PARTE I)
Tras varios intentos fallidos, y haber pospuesto este viajecito más de un año, por fin empezamos la primera escapada a nuestro continente vecino. Nuestra primera y esperamos no última vez, que visitamos Marruecos.
Desde que visitamos el desierto de Atacama, queríamos volver a un desierto y qué mejor destino que Marruecos.
Así que allí nos fuimos. Destino Marrakech y desde allí alquilar un coche, para tras cruzar el Atlas, seguir la carretera hasta las dunas de Merzouga.
Total, un montón de kilómetros, que inicialmente pensábamos que serían muy complicados de hacer. Vamos a ello.
Primera parada. Marrakech.
Dejamos una España nevada, para llegar a una luminosa Marrakech. Ya desde el avión, y tras una aproximación de miedo, se podía ver lo que nos esperaba. Una maravillosa imagen de una ciudad color barro, de casas bajitas, y calles angostas. Y efectivamente, nos encontramos una ciudad preciosa, con mucha vida y bonita a rabiar.
Un centro de la ciudad con calles estrechas y edificios bajitos, donde se encuentra el zoco, y las demás atracciones para visitar y una zona"nueva", donde hay extensas avenidas custodidas por edificios de varias alturas. Pero eso si, hay una cosa en común. El color de los edificios y la luz. Una maravillosa luz, que baña innumerables parques y jardines.
Y esa comida...mmmmmmmmm. Nada más entrar en el zoco (del cual hablaré más adelante), nos tomamos el primero de los numerosos tés y pasteles, y ya vimos que ésto nos iba a gustar. Los tajines, cuscus, pinchos y demás. Maravilloso.
Y por supuesto están las compras. Ya nos habían advertido del acoso al turista y las "normas" que había que seguir para poder comprar baratijas a buen precio. Y las seguimos, vamos que si las seguimos. Hemos regateado mal, hemos regateado bien, nos han echado de una tienda por considerar nuestra oferta ridícula y en otras nos invitaban a te. Una diversión que esta vez si hemos disfrutado, no como nos pasó por nuestro periplo asiático anterior.
Pero nucho ojo, como siempre a los pesados es mejor no hacerles caso... porque si no te puede pasar esto sin darte ni cuenta
o bien te pueden pedir 20 euros por acompañarte un par de calles (fue nuestro peor momento, ya que nos perdimos por una zona no muy recomendable y fuimos amenazados por un capullo que nos pedía demasiado dinero).
Pero aún así, merece la pena patear la medina y el zoco sin preocupaciones y con tranquilidad.
Y por supuesto disfrutar de la tranquilidad de los riads con sus patios interiores. Porque aunque las calles sean estrechas, las casas se abren al interior, para así tener luz natural, ventilación y aislamiento del caos exterior.
Tras un par de días de contacto, nos pusimos en marcha hacia el desierto. Nuestro primer escollo, el paso del Alto Atlas. daba un poco de miedo, ya que el tiempo no acompañaba, y sinceramente esperábamos nieve o lluvia. Pero no. Nuestro ford fiesta alquilado funcionó perfectamente y no tuvimos ningún problema en cruzar las montañas.
Pero hay que tener cuidado con varias cosas mientras circulas por Marruecos. En primer lugar cuidado con los demás conductores. Como ya os imaginais, las normas de circulación se ven reducidas a 0. Con un claxon y un poco de mala leche, todo se supera.
Segundo. Cuidado con el resto de la gente. Tienes que tener cuidado con... niños andando, hombres andando, miles de bicicletas, tractores y burros. Jamás hemos esquivado tanto burro como aquí.
Tercero. Cuidado con la velocidad. SI pone máximo 100, hay que obedecer, porque si no, te multarán, porque otra cosa no, pero multas por velocidad le caen a todo el mundo. Nosotros nos libramos, pero sabemos de más de uno que ha tenido que pagar un soborno para que le dejen pasar.
Pues con todas estas advertencias y mucha paciencia llegamos El Kelaa Mgouna . Parada en una kasbah para pecnoctar. Increible. Sitio recomendado, con una vista increible y una hospitalidad brutal.
De camino hasta allí, pasamos por el valle del Dades, una de las carreteras más bonitas que hemos visto nunca. Un valle salpicado por numerosas kasbah, pueblos pintorescos, palmerales y arena del desierto. Precioso.
Pasamos por la garganta del Todra (esperábamos algo más), y por llanuras laaargas donde no nos cruzábamos con nadie en kilómetros y paramos a comer en algún que otro sitio no muy recomendable.
Conclusión: Un camino que merece la pena realizar, ya que es un paisaje nuevo que merece la pena explorar sin horarios ni rutas establecidas.
Pero bueno, al final y tras un par de días de camino llegamos a Merzouga. Zona de dunas donde hay algunas que alcanzan más de 200 metros y que se divisan desde la carretera, poniendo fin al primer tramo del viaje, y comenzando con la segunda parte que llegará en breve.